Truz |
El avestruz Truz era super moderno y lo guardaba todo en un baúl de madera, cerrado con un candado.
Una de las cosas que más fascinaba a Truz
eran las estrellas. Se pasaba las noches enteras observándolas. Soñaba con conseguir
alguna para su colección particular, pues le habían contado que quien
consiguiera una estrella, tendría una inmensa fortuna. Él sabía que ningún
avestruz lo había conseguido. Y eso le animaba y lo mantenía atento en las
noches claras de verano.
Afa |
Una noche se encontraba dando saltos por intentar llegar hasta ellas cuando oyó unos fuertes pasos a sus espaldas. Era la jirafa Afa.
-¿Qué haces, Truz? –le preguntó.
-Intento pillarme una de esas estrellas,
-respondió el avestruz Truz.
El chismoso Oso |
-Eso es imposible, Truz; están muy lejos…
Espérate unas horas que, hoy, a media noche, caerán unos cuantos centenares de
estrellas. Me lo ha dicho el chismoso Oso, que todo lo sabe.
-¿Estás segura? –preguntó incrédulo Truz.
- Si lo ha dicho Oso, dalo por cierto. Se lee
todos los periódicos de la selva.
La jirafa Afa se despidió diciendo burlonamente:
-Adios, Truz. Y ten mucho cuidado, no te
atragantes con alguna estrella. ¡¡Jajaja!!
Estrella |
Pasadas dos horas justas las estrellas comenzaron a moverse de un sitio para otro. Aquello parecían fuegos artificiales, una auténtica lluvia de estrellas. Truz corría de un lado para otro, intentando coger alguna al vuelo. Mas era inútil, su luz desaparecía en unos instantes.
Piña |
Truz estaba muy cansado y la noche amenazaba con dar paso al amanecer. En un último intento salió corriendo como una bala al haber visto caer sobre unas matas cercanas una estrella grandota. Pero no había ni rastro de ninguna estrella en el suelo. Muy enfadado cogió una piña de un pino, se la tragó y regresó a su nido. Allí la guardó en su baúl de madera, como hacia siempre con todo lo que recolectaba.
Baúl de Truz |
Después de dormir unas cuantas horas, tras asearse y desayunar, se dispuso a contar, como hacía todos los días, las piezas de su colección; y a clasificarlas…Y se llevó una sorpresa morrocotuda.Al abrir el baúl, una potente e intensa luz le deslumbró: ¡la piña se había convertido en una estrella de color azul! ¡Y todos los objetos de su colección brillaban como el oro!
Truz se puso tan contento que, de la emoción,
se le saltaron las lágrimas.
Y es que, a veces, si deseamos algo con mucha
fuerza, podemos conseguir cosas casi imposibles.
Le ha encantado al pequeño. Y a nosotros
ResponderEliminarMuchas gracias.
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