DEL ARCO
DEL PANAL AL PUENTE DE LAS VIGUETAS
Pocos metros más abajo del Arco del Panal encontraremos un abrigo que, aunque todo visitante
de Las Hoces sabe dónde está,
son muy pocos los que conocen lo que esconde en su interior. Se trata del Abrigo de
la Hormiga León.
Foto: Templo de la Hormiga León
En la fina arena que cubre el suelo de este abrigo se desarrolla, desde que
tengo memoria, una colonia de hormigas león (Myrmeleon formicarius).
Este insecto no es, ni lejanamente, pariente de las hormigas. Éstas forman
parte principal de su dieta alimentaria durante su estadio
larvario.
Los adultos, muy parecidos a las libélulas, depositan los huevos, de uno en
uno, bajo la arena. Siempre eligen lugares cálidos, resguardados de los vientos
y del norte. (Éste que nos ocupa reúne todas las características). Poco después
de la puesta, los adultos mueren. Tras eclosionar los huevos, las pequeñas
larvas se afanan en construir una trampa para cazar pequeños insectos para
poder alimentarse, siendo las hormigas los más deseados.
Foto: Trampas de las larvas de hormiga león
Dicha trampa consiste en un pequeño hoyo con forma de embudo construido con
la arena más fina y suelta del lugar, desechando hacia el exterior los granos
más gruesos, así como otros materiales poco apropiados para sus fines. La larva
se entierra en el fondo y... a esperar. Cuando una hormiga curiosea
por las inmediaciones de la trampa, y se acerca demasiado, cae al fondo y la
larva la atrapa con sus dos grandes mandíbulas. No hay escapatoria
posible.
Desde que el adulto deposita los huevos hasta que emergen los nuevos individuos, pueden
pasar dos años, razón por la cual en este abrigo siempre podemos observar la
existencia de dichas trampas, aunque, si las temperaturas son muy bajas, las
larvas se encuentran inactivas.
Foto: Avispero de alfareras
En este mismo abrigo apareció, hace un par de años, un gran avispero de
alfareras. Hoy está abandonado, pero, viendo las montañas de barro y orificios,
se puede adivinar la importancia que tuvo la colonia. Ocupa toda la parte del
fondo del abrigo, apoyándose entre la roca y la arena.
Aquí la senda se estrecha entre el cauce y la roca.
A veces, la vegetación, nos deja contemplar el discurrir del agua
Foto: espino albar
El espino albar, Crataegus monogyna, también conocido como Majuelo, es un arbusto caducifolio que, con los debidos cuidados, puede alcanzar un porte arbóreo considerable. Pero lo más habitual es que lo encontremos en rodales, con pequeña altura, formando barreras impenetrables en el interior de todo tipo de bosques. De hecho, es muy habitual que se utilice en la formación de setos alrededor de parcelas para impedir la salida o entrada de animales debido a las duras espinas que poseen sus tallos. Florece a mediados de mayo.
Sus flores, de un olor intenso, pero agradable, son utilizadas en
infusiones para el sistema respiratorio y cardiovascular.
Espino albar en flor |
En El Rincón de La Isidra contemplamos este ejemplar.
Foto: madreselva
La madreselva, Lonicera, es un arbusto trepador.
Los hay de hoja perenne y caducifolios, con flores de distintas fragancias y
colores. Sus tallos son desnudos y sarmentosos y, a menudo, se enredan unos con
otros formando trenzas. Existen más de 500 especies descritas.
En la cuenca del río Cabriel se da, con relativa abundancia, esta especie
de madreselva, posiblemente autóctona de la cuenca del Júcar. Durante su ciclo
vital cubre por entero, en pocos años, pequeños árboles, utilizándolos como
soporte para su desarrollo.
Foto: Espino Albar cubierto por Madreselva
En nuestro recorrido resulta curioso observar que la mayoría de los árboles
y arbustos okupados por esta planta son de la especie
Espino Albar (Majuelo)
Los tallos de esta especie de madreselva, del grosor de un lapicero, eran
utilizados, por su interior poroso, como “cigarrillos para principiantes”, allá
por los años 60, en la localidad de Mira. Se les conocía con el nombre de birriagas.
Foto: acequia sobre la roca
Foto: canalización acequia.
La huerta de las hoces, también conocida como La Huerta del Tío Boletes
-aunque también estaban la huerta de Marcos y la de Nicolás-, utilizaba el agua
del río Ojos de Moya para el riego de las abundantes parcelas cultivables hasta
hace unos 50 años.
La acequia, a cielo abierto, partía del azud situado al final de la parcela
663 del polígono 29 del municipio de Mira (UTMX: 631776; UTMY: 4395695) y
terminaba, 1.540 m aguas abajo, al pie de la falda sur de Los Castellares (UTMX:
630833; UTMY: 4395944), al final de la parcela 666 del polígono 29,
perteneciente a Marcos. Su principal discurría por la margen derecha del río,
habiéndose construido un acueducto (todavía en pie) poco antes de las primeras
huertas (UTMX: 631534; UTMY: 4395370) por el que se derivaba
un ramal para las parcelas de la margen izquierda del río.
La altitud del azud de origen de la derivación del agua para el riego está
en los 795m y el final de la acequia en 784m. Así, pues, sólo hay 11m de
diferencia en el recorrido total.
En la imagen se aprecia cómo picaron la parte baja de la roca para
construir la acequia y poder dejar paso para carruajes entre ella y el
río.
Tanto las parcelas del tío Boletes como las de Marcos fueron adquiridas por
Nicolás Lorente, quien plantó abundantes chopos canadienses y restauró la
canalización de las acequias para el riego de los mismos hace más de tres
décadas.
Foto: sahuquillo común
El sahuquillo, Sambucus ebulus, es
un pequeño arbusto que crece cerca de los cauces de agua o humedales. No supera
los dos metros de altura. Las flores tienen forma de umbela plana. Los frutos,
en forma de bayas, son negros cuando maduran. Toda la planta es tóxica, si bien
se utiliza en medicina y en preparados para licores e infusiones.
Los chicos utilizábamos los tallos secos de las ramas para hacer las
empuñaduras de las manillas para gobernar los aros, debido a que su centro es medular.
Fotos: Rincón de la Estaca
En estas paredes verticales es donde se encontraba una estaca, de forma
cuadrada, de unos 10 cm x 10 cm x 40 cm. Aparentemente parecía haber sido
colocada allí expresamente por alguien, cosa que nunca se supo. Tal vez no
fuese más que el tronco de una vieja sabina. Se encontraba justo en el lugar
indicado por la flecha.
Foto: acueducto o canal para riego
Unos metros aguas abajo del Rincón de la Estaca, donde la senda se estrecha
entre la roca y el mismo cauce, encontramos, todavía en pie, este pequeño
acueducto que derivaba el agua de la acequia hacia las parcelas de la margen
izquierda del río.
Foto: roca desgajada
Si miramos a nuestra derecha encontramos esta enorme mole de roca
resquebrajada por los elementos atmosféricos y separada ya de la roca madre.
Antes o después se derrumbará sobre la senda. Obsérvese su base ya muy
resquebrajada.
En lo alto de ella, sin sustento aparente, sobrevive un ejemplar de
cornicabra (Pistacia terebinthus).
Foto: Paloduz, regaliz
El paloduz, Glycyrrhiza glabra, pertenece a la familia de las fabáceas, produciendo semillas dentro de una vaina. Es planta invasiva, ya que de sus raíces afloran con facilidad nuevos brotes que dan lugar a plantas iguales. Son precisamente las raíces de la planta las que se utilizan en: confitería, bebidas, golosinas, condimentos, etc. La forma más natural de consumirlas consiste en cortar un trozo de raíz y masticarlo.
Posee un agradable sabor agridulce y, entre sus muchas cualidades, podemos
decir que elimina el mal aliento y la tos seca, alivia la acidez gástrica,
favorece la descongestión de los órganos respiratorios...
Las famosas Pastillas Juanola tienen como principal ingrediente
el extracto de paloduz.
El rodal de la fotografía se encuentra junto a las ruinas de la vivienda de
Boletes y, al igual que el origen de los granados, se desconoce su procedencia
original.
En mi adolescencia nos aventurábamos los amigos hasta este lugar para
intentar extraer algunos trozos de raíces. Cosa que no le gustaba nada a
Inocencio, alias “Colocó”, el cual las vendía, troceadas y lavadas, en un
puesto que montaba todos los domingos en la plaza del cine. “¡Al
rico paloduz de La Habana, que se come sin gana!”, decía
Inocencio. La verdad es que estaba mejor el que vendía Inocencio que el que
cogíamos los chavales. Tal vez no sabíamos seleccionar las raíces y,
posiblemente, haríamos destrozos en las matas.
Fotos: ruinas casa de Boletes.
Aquí, junto al rodal del paloduz, encontramos las primeras ruinas de los
edificios de antaño.
Foto: Granados
El granado, Punica granatum, es un pequeño
árbol propio de los países mediterráneos. Justo frente a las ruinas de la casa
de Boletes, unos metros más abajo del puente que cruza el río, sobre su margen
derecha, se sitúan dos ejemplares que ya estaban ahí cuando el que escribe era
un zagal. Probablemente fueron plantados por los antiguos dueños de estas
tierras, ya que por esta comarca no se localizan ejemplares.
Las hojas son verdes muy brillantes. Las flores presentan pétalos de color
rojo muy intenso, y los frutos son, en estos dos ejemplares, de baja calidad,
prácticamente incomestibles.
Foto: Puente de las viguetas.
Desde este punto ya se puede caminar por ambas márgenes del río. Si vas en bici, te aconsejo que cruces el puente y continúes por la margen izquierda hasta el puente de Hoya Hermoso, ya que por la margen derecha (el GR-64 va por aquí), llegarás a un punto muy complicado y tendrás que cargar con la bicicleta sobre tus hombros.
Por mi parte seguiré por la margen derecha hasta la falda oeste de Los Castellares, a
la captura de nuevas imágenes.
Gracias por haber llegado hasta este punto.
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