DEL MOLINO DE FERMÍN AL ARCO DEL PANAL
El río Ojos de Moya nace
en las inmediaciones de la finca de la Olmedilla (39º 55’ 53” N; 01º
23’ 28” W), a 1.001 m
de altitud, al
Noroeste de Los Huertos de Moya, pedanía de Moya (Cuenca),
aflorando sus aguas desde el fondo de dos pequeñas lagunas, de las que le viene
el nombre de Ojos de Moya. Atraviesa los municipios de Landete, Garaballa y Mira, en
la Serranía Baja conquense, vertiendo sus aguas al río Cabriel (considerado
el más limpio de Europa), en el sitio denominado La Junta (39º
38’ 05” N; 1º 33’ 26” W), a 631 m de altitud, ya en el embalse de Contreras.
A poco más de 1km río abajo de la población de Mira se inician las Hoces del Río Ojos de Moya. Por ellas discurre un importante tramo del sendero GR 64. Desde las inmediaciones del Molino de Fermín (o de La Hoz) existe un Paseo Botánico (SL-06), debidamente señalizado, que discurre, salvo los primeros 200 metros, por la margen derecha del río hasta unos 900 metros, aguas abajo, y regresa hasta el citado molino por la parte montañosa de la misma margen derecha.
La ruta propuesta va desde el Molino de Fermín, inicio de las Hoces del río Ojos de Moya, hasta las ruinas del poblado de Villa Paz. El recorrido no ofrece ninguna dificultad, pudiéndose realizar a pie o en bici. Yo apuesto por su realización a pie y con cámara fotográfica, ya que es la mejor manera de disfrutar del paisaje y de la abundante flora. Si lo haces en bici, también disfrutarás, pero no captarás los detalles de cada rincón, de cada mata, de cada risco...
Ya desde mi adolescencia me recorría esta ribera muy a menudo. Unas veces en busca del preciado paloduz en compañía de los amigos y otras veces practicando la pesca del cangrejo común, muy abundante hasta los años 80 en que comenzó a desaparecer debido a la afanomicosis. Por entonces ya me interesaban la flora y el paisaje, y uno de mis sueños consistía en disponer de una cámara fotográfica para retener y plasmar la belleza del contenido de Las Hoces y de otros lugares. Algo que no conseguiría hasta pasados unos cuantos años.
Pero por aquellos años la fotografía resultaba muy cara. No se podían hacer imágenes sin pasar por un ESTUDIO FOTOGRÁFICO y pagar por los revelados, cosa bastante cara.
Hoy, gracias a la revolución digital y a Internet, podemos captar las imágenes que nos interesen y compartirlas de inmediato con quien queramos. Todo de una manera muy económica.
Durante este año de 2020 -atípico debido a la Covid-19- he dedicado más tiempo a las excursiones por la naturaleza que a las reuniones sociales, que, aun siendo muy importantes, creo que pueden esperar a su máximo desarrollo y esplendor tras la ya inminente vacuna.
Durante nuestro recorrido por las Hoces del río Ojos de Moya nos centraremos en la observación y captura fotográfica de tres elementos naturales que llaman la atención del visitante: la flora, las paredes rocosas y el propio río.
En este primer post os mostraré la parte que va desde el Molino de Fermín hasta el Arco del Panal, dejando para otras entradas el resto de la ruta (hasta Villa Paz)
Animaros, pues. Haced la ruta y …
¡A DISFRUTAR DE LA NARURALEZA!
EL MOLINO DE
FERMÍN
En diciembre de 1866 se autoriza a D. Trinitario Chafé para aprovechar las aguas del río Ojos de Moya como fuerza motriz de un molino harinero a establecerse en el punto denominado La Hoz, término de Mira. En 1880 el dueño del tal molino era Fermín Valero, natural de Mira. En 1930 la familia Valero lo vende a Julián Pérez Martínez. El molino dejará de funcionar en 1970, debido a que las nuevas tecnologías ya ofertaban molinos eléctricos de alto rendimiento.
A día de hoy es uno de los pocos molinos que conservan toda su maquinaria intacta. Con una mínima inversión se podría poner en funcionamiento.
Sus actuales dueños son los herederos de Julián Pérez y Ana Fernández, los que utilizan la finca para recreo y esparcimiento. Un lujo en plena naturaleza.
Justo aquí da comienzo el sendero GR 64, VUELTA A LA MANCHUELA, acabando
en Villargordo del Jucar (Albacete), tras pasar por los
municipios de
Enguídanos, Alarcón, El Picazo, Casasimarro y Casas de Benítez,
con un recorrido total de 130 km. |
También aquí se inicia una pequeña Ruta Temática denominada, como ya se dijo al inicio, Paseo Botánico de las Hoces de Mira.
El tramo del GR-64 de Mira a Enguídanos -26 km- se puede hacer
muy bien en bici -con pequeñas dificultades-.
ALGUNOS
CONSEJOS
Utiliza calzado de montaña de nivel medio.
Lleva el móvil con la batería cargada.
Una botella de agua.
Ropa adecuada a la climatología del momento.
Respeta la naturaleza.
Informarse previamente sobre las previsiones de la AEMET.
Dejar la excursión para otro día, si el tiempo amenaza tormentas y lluvias
fuertes; no olvides que la mayor parte del trayecto lo harás entre cañones de
rocas verticales de las que, en caso de grandes avenidas, tendrás muchas
dificultades para salir.
El río Ojos de Moya desbordado al inicio del Paseo Botánico (abril de 2019) |
En pocos minutos, y tras una tormenta, las aguas de lluvia lo inundan todo.
Foto: Ruinas del llamado Puente del Cid
El guía Hugo nos muestra las ruinas de este puente
prerrománico en la margen izquierda del cauce del río, frente al molino de
Fermín.
PUENTE
DEL CID
Situado al comienzo del Paseo Botánico de Las Hoces del río Ojos de Moya, frente al Molino de Fermín (Mira-Cuenca)
Cuenta la leyenda que por él pasaron las tropas del Cid camino de Valencia.
A unos 790m de estas ruinas, dirección SE, encontraremos el lugar donde, según la leyenda, pernoctaron: La Barraca del Cid (39º 41’ 48” N; 1º 26’ 46” W), a 888m de altitud, también en ruinas.
A lo largo del recorrido del Paseo Botánico iremos encontrando abundante
información sobre la flora y fauna existente en pequeños carteles colocados al
efecto.
Foto: Boj
El boj, Buxus sempervirens, es una planta típica a lo largo de ambas laderas de las hoces. Sus hojas son perennes y verdes. La madera, muy dura, se utilizó para la fabricación de mangos de herramientas agrícolas, tallado y torneado de figuras decorativas, bolillos y badajos de cencerros para el ganado, etc. En España podríamos decir que la madera de boj es la madera de la suerte. Su masiva utilización en siglos pasados hizo que hoy sólo lo podamos observar en formaciones arbustivas, pero puede alcanzar un porte arbóreo de más de 6 metros. En algunas comunidades españolas es una especie protegida.
En Las Hoces abunda en todo su recorrido a ambas márgenes del río.
Cuenta la leyenda que esta gran poza (ahora casi ciega) la habitaban las ánimas del purgatorio, las cuales salían de sus profundas aguas para devorar a los niños que no rezaban oraciones por ellas y que se atrevían a bajar a las Hoces. Se ignora el origen de tal leyenda. Los hay que afirman que fue un invento de Inocencio, alias "Colocó", allá por 1960, para que los chavales no le “robaran” el paloduz que extraía en la huerta del Tío Boletes y que luego vendía los domingos en la plaza con la cantinela de “Paloduz de La Habana, que se come sin gana”. Otros afirman que fue invento de Fermín Valero.
Los padres de la época aprovecharon esta leyenda para que los hijos pequeños no se desplazasen tan lejos … Pero por aquellos años éramos unos “valientes” y nos atrevíamos con todo. Nuestros juegos estaban en las calles y en los aledaños del pueblo.
Durante los años 70 del pasado siglo esta gran poza fue el lugar preferido
para el baño veraniego por los jóvenes de Mira. Debo aclarar que su estado era,
en aquellos años, varias veces más amplio y sin apenas vegetación en sus
orillas. Siendo así que, los más audaces, se arrojaban de cabeza al agua
desde la actual senda sobre la roca.
Foto: Senda antes del puente de madera
Pasado el Pozo de las Ánimas la senda se estrecha entre dos rocas.
Pasamos entre ellas y, a nuestra izquierda, contemplamos la primera gran
pared de roca caliza tapizada por mantos de densas hiedras.
Foto: Rocas tapizadas por hiedra común.
Un pequeño puente de madera sobre el río nos invita a caminar entre cañones
de rocas y flora inmensa.
Foto: Entrada al primer cañón
Espectaculares mantos de hiedra común, Hedera helix, cubren las rocas tapizándolas de un verde intenso. Durante el recorrido podremos observar varias paredes de roca caliza cubiertas por esta planta, trepadora por excelencia.
La hiedra común es planta perenne, con hojas verdes y brillantes. En el suelo no sobrepasa los 30 cm de altura, pero, en pocos años, puede cubrir grandes superficies, si encuentra la suficiente humedad y nutrientes.
Presenta dos tipos de tallos (los trepadores y los florales) y dos tipos de
hojas.
Foto: Tallo trepador de hiedra común
Los tallos trepadores son flexibles y presentan abundantes raicillas en los
nudos, junto a la base del peciolo de sus hojas. Con ellas se fija en rocas,
muros y árboles para “trepar” y cubrir grandes superficies. Estos tallos pueden
alcanzar varios metros de longitud. Por el contrario, los tallos florales son
cortos, leñosos y carecen de raicillas; éstos se encargan de producir los
frutos, muy apreciados por las aves.
Foto: Tallo fructífero de hiedra común
Las hojas de los tallos trepadores son lobuladas, mientras que las de los tallos reproductores son enteras lanceoladas. Necesita mucha humedad y no es muy amiga del sol directo.
Se puede cultivar en interior –controlando que no toque paredes o muebles- y en exterior. Para su multiplicación es suficiente con poner un pequeño trozo de tallo trepador, a poder ser con raicillas, en arena húmeda a finales de invierno. Aunque quede muy decorativo, aconsejo no cubrir muros y fachadas con hiedra común, ya que, antes o después, sus raíces producirán graves destrozos.
En el recorrido que nos ocupa podemos encontrar grandes y frondosas
formaciones de hiedra cubriendo paredes de rocas verticales a ambos lados del
Ojos de Moya.
VER MÁS IMÁGENES DE HIEDRA
Hasta hace unos años no había puente. Se cruzaba a pie, si el caudal era bajo. La ruta normal para acceder a Las Hoces se situaba en la actual senda del Paseo Botánico, desde la parte de atrás del molino y siguiendo por ladera de la montaña.
Fue construido con motivo de la inauguración del Paseo Botánico. Este hecho
ha supuesto que, cada año, sean muchas las personas que se adentran por estos
cañones para disfrutar de su naturaleza, de su flora y de sus rocas,
acompañados por el sonido del agua del Ojos de Moya.
La senda continuará, durante buena parte del recorrido, por la margen
derecha del río. La margen izquierda resulta intransitable, al menos hasta un
par de kilómetros aguas abajo.
En las paredes calizas que conforman los cañones de las hoces podemos
apreciar algunas plantas de té de roca, Jasonia glutinosa.
Esta apreciada planta es más abundante en paredes rocosas expuestas al sol.
Actualmente su recolección se encuentra regulada en la mayoría de las CCAA. Sus
infusiones reducen las inflamaciones.
Los carrizales emergen en ambas márgenes del cauce del río contribuyendo a la depuración de sus aguas y sirviendo de refugio y lugar de nidificación a pequeñas aves. Phragmites australis tiene un tallo delgado y esbelto, de unos dos metros de altura. Sus raíces las conforman un duro rizoma que se expande de forma irregular bajo tierra, dejando aflorar numerosos tallos a lo largo de la primavera. Si los cortamos, pronto rebrotarán con energía. En la parte superior aparece una inflorescencia en forma de penacho. Es una planta perenne.
De mi infancia recuerdo que con estos penachos se hacían pequeños manojos, a modo de escobas o hisopos, con los que se enjalbegaban las paredes.
Otro uso quedaba reservado a cubrir techumbres de refugios agrícolas y
ganaderos.
La zarza, Rubus ulmifolius, es un arbusto de la familia de las Rosáceas, con tallos largos y sarmentosos que presentan multitud de espinas puntiagudas en forma curva. Muy ramificado, de hoja perenne, habita en los bordes de ríos, acequias, caminos y ribazos. Aunque crece mejor en zonas húmedas, puede resistir épocas prolongadas de sequía. Se multiplica con facilidad, tanto a través de sus raíces como por sus tallos; por lo que es una planta altamente invasiva. También se puede multiplicar por sus semillas. Las frutas forman racimos, manteniendo cierta distancia unas de otras. Son de color verde al principio, luego rojas, y negras al madurar. Las moras son muy apreciadas. Se pueden consumir crudas, en repostería o, incluso, en licores.
Su maduración comienza a mediados de agosto, paralelamente al de las uvas.
En la ruta que nos ocupa son muy abundantes y es fácil ver a andarines recolectándolas desde mediados de agosto a mediados de septiembre.
La zarzamora, junto a otras frutas de la zona, cumple un importante papel
en la alimentación de aves, roedores y zorros, ya que se presenta tras la
recolección de los cereales y el agostamiento de las gramíneas silvestres.
También abunda el rosal silvestre, Rosa Canina. Su fruto, llamado escaramujo o tapaculos, contiene varias semillas. Son de color rojo, amarillo o anaranjado, con forma de husillo. De joven los utilizaba para “fabricarme” mis propias veletas o flotadores para pescar.
Es muy abundante por Las Hoces del Ojos de Moya. Lo podemos encontrar a
pocos metros de ambas márgenes del río.
Está situada en la margen izquierda del río, al comienzo de la parcela 44
del polígono 28. Los propietarios de dicha parcela accedían a ella cruzando el
río justo en ese punto, donde se encontraba una vadera natural. También existía
una senda por encima de las rocas. Partía de las inmediaciones del llamado
puente del Cid y terminaba unos metros más abajo de la Cueva de la Nutria.
Todavía se pueden ver sus restos, pero los últimos 60 metros están cubiertos
por densos matorrales y resultan intransitables.
El Chopo Lombardo, Populos Nigra, también denominado Chopo Negro, es el chopo autóctono por excelencia de buena parte de la península. Su forma, erecta y piramidal cerrada, deja que la luz penetre hasta el suelo, permitiendo que se forme un manto de vegetación de pequeñas gramíneas en las parcelas que ocupa. Su cultivo fue desplazado, en los años 70, por el del chopo canadiense (Populos Canadensis), mucho más productivo. Sin embargo, el chopo negro es varias veces más longevo que el canadiense.
Estos ejemplares (parcela 44 del polígono 28), pertenecientes a la familia
Gil, pueden rondar los 70 años, pues yo los recuerdo, en ese mismo lugar, hace
55 años. Los canadienses, en el mismo hábitat y con los mismos cuidados,
comienzan a secarse y a morir a los 20 años.
Con las ramas del chopo negro se construían los cabrios, esas vigas
de madera que sustentan los tejados de buena parte de las viviendas rurales
antiguas.
En la actualidad corre serio riesgo de desaparecer debido al auge de
plantaciones del canadiense, de rápido crecimiento.
Las junqueras, Scirpus holoschoenus, las encontramos muy próximas al cauce, junto a los carrizos, aunque, si hay suficiente humedad, se alojan algo retiradas. Su raíz está formada por un rizoma que se extienden bajo el suelo dando lugar a afloramientos de nuevas plantas. Los tallos (los juncos) son cilíndricos, aciculares y acabados en una fina aguja, de color verde obscuro y de unos 100 cm de longitud. Carece de hojas.
En Castilla La Mancha se le conoce popularmente como junco churrero, debido a que se utilizaba para engarzar los churros. También se utilizaron como alimento y cama para el ganado, confección de garlitos y para cubiertas de refugios y cobertizos del campo. La presencia y avistamiento de junqueras nos indica que el terreno es relativamente húmedo.
Recuerdo que, de chicos, utilizábamos un junco para ensartar los cangrejos
que pescábamos, haciéndoles un pequeño agujero en la parte trasera de sus colas
En los terrenos con pendiente es muy habitual ver parcelas abancaladas mediante la construcción de hormas de piedra
seca (sin ningún tipo de mortero). Con esta práctica los agricultores
conseguían allanar la superficie para los diferentes cultivos e impedir la
erosión mediante el arrastre de tierras tras las lluvias. Es sorprendente ver
hormas enormes que soportan unos pocos metros de tierra cultivable. Ello nos
muestra el gran aprovechamiento del terreno que se hacía hasta hace unas
décadas.
Aunque no muy abundante por los cañones de Las Hoces, podemos observar dos tipos de enebro: enebro común, Juniperus communis, y enebro oxicedro, Juniperus Oxycedrus. Ambos se sitúan a varios metros del cauce del río, mezclados entre bujes y romerales.
Las dos especies se nos presentan, la mayoría de las veces, como arbustos, con varios pies o troncos, debido a la tala masiva durante el siglo pasado para su aprovechamiento como fuente de calor, sin embargo, el enebro común puede alcanzar un porte arbóreo de más de 10 metros de altura.
Para diferenciar una especie de la otra nos fijaremos en sus hojas y/o en sus frutos. Juniperus Communis presenta hojas similares a las del oxycedrus, con forma de aguja, de 10-15 cm de longitud por 1-2 mm de ancho, y con una banda blanca en el haz, mientras que las del J. Oxycedrus, de similar apariencia, muestra dos franjas blancas. Las semillas se encuentran en forma de 3-5 dentro de un falso fruto llamado gálbulo. Estos “frutos”, de forma redondeada y de no más de 12 mm de grosor, son de color azul en J. Communis y de color rojizo en J. Oxycedrus.
Ambas subespecies presentan plantas hembra y plantas macho.
La serrana, Iberus alonensis, es la especie más apreciada de caracol de la península, un auténtico manjar.
Su hábitat se sitúa en una franja montañosa del interior mediterráneo que comprende las provincias de Teruel, Castellón, Cuenca y Valencia principalmente. Gusta de terrenos secos, con abundante roca caliza, romero, enebro y tomillo.
En el término de Mira podemos encontrarlas, tras una tormenta lluviosa y
buena temperatura, en múltiples parajes, siendo uno de ellos Las Hoces. Se
considera una especie amenazada y, por ello, su captura está prohibida o
regulada en varias comunidades.
El romero, Salvia rosmarinus, es una planta autóctona de las áreas mediterráneas. Arbusto de tallos leñosos y muy ramificados que puede alcanzar los 2 metros de altura, de hojas verdes y perennes y flores azulonas, rosas o blancas. Es, junto al espliego, la planta aromática más apreciada por los apicultores. También ocupa un lugar importante en la cocina, dando sabores y olores tanto a platos cocinados como a embutidos. Por otro lado, se cultiva, o recolecta, para usos farmacéuticos y para la elaboración de esencias con destino a perfumería.
En la localidad de Mira se recolectaba a finales de julio y era transformado, mediante destilación, en esencia, en las instalaciones que una empresa catalana disponía cerca de la actual plaza de toros, aprovechando el agua de la acequia para la refrigeración de los serpentines. Tras el romero, se recolectaba el espliego (mes de agosto) y se procedía igualmente. Al mando de dicho proceso estaban Jacinto Palomares y Bienvenido Navarro.
Recuerdo los intensos y agradables olores que inundaban las calles del
pueblo durante los días que duraba dicha operación.
Tanto el romero como el espliego se pueden reproducir fácilmente por esquejes.
En la ruta de Las Hoces podemos encontrar abundantes rodales de romero (no
de espliego, que prefiere altitudes por encima de los 900 metros), al igual que
enebros, sabinas y bujes, a varios metros del cauce, en ambas márgenes. Aunque
éste se muestra mucho más abundante que los Juníperos.
El sonido del agua nos acompañará a lo largo de nuestro recorrido.
Foto: Río Ojos de Moya
Este pequeño capricho de la naturaleza es uno de los lugares más
desconocidos del caminante debido a que la mayoría no suele pararse a mirar
hacia todos los sitios y direcciones. Además, cuando podríamos avistarlo,
nuestros ojos se dirigen al frente, río abajo, donde descubrimos buenas vistas
de vegetación de ribera.
Unos metros más abajo del arco podemos apreciar los restos de un viejo panal de abejas sobre la roca
Hace unos años se encontraba en plena actividad, y mostraba este
impresionante aspecto:
Me encantaría conocerte, soy Gonzalo Pérez mi suegro fue Julián Pérez dueño del molino de Fermín y en este momento mantengo todo lo bien que puedo la conservación del molino
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