Adulto de Cabezudo en cerezo |
Hace unos años comenzó a deteriorarse un melocotonero de los que tenemos en
La Isidra.
El año pasado tuvo muchos frutos, pero no llegaron a madurar. En agosto comenzaron a caerse al suelo. El árbol, en septiembre, estaba ya sin hojas.
La Isidra.
El año pasado tuvo muchos frutos, pero no llegaron a madurar. En agosto comenzaron a caerse al suelo. El árbol, en septiembre, estaba ya sin hojas.
Decidí arrancarlo y me armé de azadón. Sin embargo no hizo falta, ya que al empujarle varias veces hacia uno y otro lado, se vino abajo sin grandes esfuerzos: apenas tenía raíces.
Esto es lo que encontré en el cuello de las raíces
Se trata del escarabajo Capnodis Tenebrionis (Linnaeus, 1707-1778), conocido popularmente como Gusano Cabezudo. Este coleóptero se está convirtiendo en la pesadilla de los agricultores que se dedican al cultivo de frutales, siendo los de hueso sus víctimas preferidas: almendros, ciruelos, melocotoneros, albaricoqueros, cerezos…, sin hacerle ascos a manzanos, perales y castaños.
Si bien está catalogado desde 1758 por C. Linnaeus, no es hasta los años 80 del pasado siglo cuando se le presta atención debido a los estragos producidos en plantaciones de cerezos del Valle del Jerte y de Murcia. En 1996 se llevó a cabo un estudio por parte del Servicio de Sanidad Vegetal de la Junta de Extremadura. Sin embargo, a día de hoy, son muchos los agricultores que desconocen la existencia de esta plaga, su taxonomía, su ciclo reproductivo y los daños que ocasiona.
En la actualidad es, junto a la avispilla del almendro, la mayor plaga de los cultivares de almendros en las zonas de La Manchuela, Castellón, Valencia y Murcia, adentrándose hacia el interior paralelamente a las nuevas plantaciones de almendros. De hecho, los daños que os muestro son de la zona del Tajuña (Guadalajara).
LOS
ADULTOS
Después de pasar el invierno escondidos en los propios árboles, o cerca de ellos, comienzan su actividad cuando las temperaturas superan los 20º C. Su primera acción consiste en elegir un árbol para llevar a cabo sus fines diabólicos. El insecto adulto se desplaza caminando y en pequeños vuelos. No obstante, permanecerá en el árbol inicialmente atacado hasta que quede prácticamente destruido y seco. Posteriormente, atraídos por los olores que desprenden los árboles con heridas (podas severas, ramas rotas, ataques de hongos, etc) se desplazará hacia ellos. Por lo general se posan sobre los más débiles de la parcela, los menos frondosos. Lentamente comienzan a cortar hojas y a mordisquear los brotes más tiernos para deteriorarlos.
Hojas cortadas |
Adulto de Capnodis Tenebrionis |
Todo esto ocurre, siempre, en las partes más altas del árbol.
Tras este banquete alcanzan la madurez sexual, se aparean y, pasados unos días, la hembra desciende de la copa del árbol y deposita unos 300 huevos sobre el suelo, cerca del tronco, a una profundidad de entre 5 cm y 15 cm, siempre en suelos secos y en la parte más cálida (orientación sur, por lo general). Transcurridos tres días desde la finalización de la puesta, las hembras mueren. Mientras, los machos siguen con su tarea de cortar hojas. Estos machos morirán al comienzo del invierno.
Cuando emerjan los nuevos adultos, pasado un año desde la puesta (aproximadamente), lo primero que harán será subir a la copa del árbol para alimentarse. Roerán brotes y cortarán hojas. Esto suele ocurrir, entre julio y agosto (en estos meses coinciden en el árbol los que acaban de emerger –machos y hembras- y los machos de la anterior generación). Con los fríos de otoño buscarán refugio para pasar el invierno. Despertando cuando las temperaturas superen los 20ºC, momento en que, tras alimentarse de brotes tiernos, se aparearán y realizarán la puesta.
Son de color negro (brillante cuando emergen), de hasta 25 mm de longitud, con pequeñas manchas blancuzcas en el tórax. Pueden realizar pequeños vuelos de hasta 40 m. Por ello es fácil apreciar rodales de árboles afectados que, si no lo remediamos, se extenderán a toda la parcela.
EL CORTE DE HOJAS
La mayoría de los estudios sobre los hábitos del Capnodis Tenebrionis apuntan a que los adultos se alimentan de brotes tiernos y de hojas. Sin embargo yo nunca los he visto comer hojas, ni he visto hojas mordisqueadas. He observado cómo cortan los peciolos de las hojas, uno tras otro, sin comérselas. También mordisquean la corteza de los brotes más tiernos, infringiendo heridas por las que, en pocos días, el árbol segregará gomosis (probablemente la saliva de Capnodis Tenebrionis aporta sustancias irritantes y perjudiciales para la savia). Atacan los tallos de la parte más alta del árbol desarrollados en la campaña presente, siendo la yema apical la preferida para destruir. Por lo general no atacan las ramas laterales u horizontales.
¿Por qué lo hacen?
Simple y llanamente para debilitar al árbol. Las larvas no pueden sobrevivir ni alimentarse en las raíces y troncos de árboles vigorosos y bien nutridos. La savia les molesta, las asfixia. Tampoco la humedad es de su agrado. Es por ello que los adultos atacan la copa del árbol ya debilitado, con el único fin de que no pueda realizarse la fotosíntesis y disminuya el flujo de savia. Con esta acción favorecen la alimentación de sus crías bajo el suelo.
Si, como apuntan algunos, el adulto se alimentase de brotes tiernos y de hojas, acudirían a los árboles más frondosos y sanos. Y no es así. Es más, si se alimentasen de los peciolos de las hojas, ¿por qué sólo los cortan? La observación demuestra que, tras cortar el peciolo de una hoja, se van a otra, sin acabar la tarea de comérselo.
Posiblemente sí se alimenten del peciolo mientras lo cortan, pero en cualquier caso Capnodis Tenebrionis está “diseñado” para debilitar el árbol y facilitar la supervivencia de las larvas del tronco a la altura de las raíces. Es por ello que tras cortar una hoja, se dirige a la siguiente para hacer lo mismo.
Cuando considera que el árbol ya está “acabado”, busca, de manera instintiva, otro ejemplar enfermo y débil. Y si no lo hay, tratará de debilitarlo por sus medios.
A fecha de hoy, 30/10/2019, mantengo en cautividad media docena de adultos. Los alimento con ramitas de cerezo, almendro, ciruelo o melocotonero con hojas tiernas. Ellos las cortan y roen la corteza de la ramita. He comprobado que sienten preferencia por los brotes de los cerezos sobre los de otros árboles.
Apuntar que gran parte de los insectos que se alimentan (en su estado larvario) de madera, lo hacen sobre y dentro de árboles enfermos, mal nutridos o ya secos. Nunca comen madera sana, verde o tierna.
LAS LARVAS
Pasados entre diez y treinta días de la puesta (depende mucho de las temperaturas), los huevos eclosionan y las pequeñas larvas comienzan a desplazarse en busca de las raíces del árbol. Al principio ocupan las raíces más finas, pero poco apoco avanzan por las de mayor grosor hasta alcanzar el cuello del árbol. Llegan a alcanzar los 70 mm de longitud. Su cuerpo está claramente segmentado, teniendo un protórax muy desarrollado (de ahí su nombre de cabezudo) con dos grandes mandíbulas. Son de color blanco-amarillo.
En el cuello del árbol se transformarán en pupa y, posteriormente, en adultos. Durante todo este proceso –de varios meses-, se han comido todo o gran parte de las raíces del árbol.
La duración del estadio larvario es muy relativa en todos los insectos, ya que depende, principalmente, de la abundancia de comida y de la temperatura. Si hay comida y la temperatura es benévola, la vida de las larvas -de los insectos en general- se alarga en el tiempo; si las temperaturas descienden considerablemente, las larvas se aletargan, y permanecen en ese estadio hasta que la temperatura del medio le sea favorable (los lectores que sean aficionados a la pesca saben que los asticot, o larvas de la mosca de la carne, se conservan durante meses en ese estadio manteniéndolos en el frigorífico). Si las temperaturas aumentan demasiado o la comida desaparece, las larvas pasarán rápidamente a la fase de pupa y, en poco tiempo, a adultos.
En las comarcas cálidas los adultos que emergen a finales de primavera o comienzos del verano, se alimentan, alcanzan la madurez sexual, se aparean y realizan la puesta en septiembre, muriendo las hembras tras la puesta y los machos durante el invierno. Sin embargo en las comarcas más frías, los adultos emergen entre 30 y 90 días más tarde. Ello hace que, aunque comienzan a alimentarse con rapidez, no consigan alcanzar la madurez sexual, dentro de la época estival, debido a que los fríos se les “echaron encima”. La Naturaleza les indica que busquen refugio para pasar el invierno y que “ya vendrá el verano” para intentar perpetuar la especie.
Cuando los adultos emergen, suben a la copa del árbol, ya muy debilitado, y comienzan a cortar hojas. Dependiendo de la virulencia del ataque de adultos y larvas, el árbol muere en uno o en varios años.
Si en la parcela olfatean árboles débiles o enfermos, acudirán cual si de carroñeros se tratase.
CÓMO DETECTAR SU PRESENCIA
Observación, mucha observación… y paciencia.
Si se ven hojas, aparentemente sanas, caídas sobre el suelo hay que observar si su peciolo está completo o no. Si las hojas muestran todo el peciolo, es señal de que las ha tirado un fuerte viento. Por el contrario, si muestran sólo una parte, tenemos que sospechar.
Miraremos hacia la parte más alta del árbol. Si vemos ramitas finas (las brotadas en primavera) con falta de hojas y, además, con unos restos del peciolo de las mismas…¡Blanco y en botella! El Cabezudo está ahí.
Si somos muy observadores y tenemos paciencia, podremos verlos en plena faena en la copa del árbol.
Si no los vemos podemos poner una red bajo el árbol y, por la mañana, sacudir las ramas y/o el tronco: si los hay, caerán sobre nuestra red. Esto hay que llevarlo a cabo antes de que la temperatura supere los 20ºC, ya que, de lo contrario, volarían al sacudir las ramas.
Si sospechamos que un árbol, por su mal aspecto, puede estar atacado por el Gusano Cabezudo, podremos hasta ver salir a los adultos del terreno en plena emergencia (julio/agosto en zonas templadas). Para ello cavaremos alrededor del tronco del árbol descubriendo unos 15 cm de tierra en un círculo de unos 50 cm de radio. Colocaremos una red fina alrededor del tronco, con todo el borde cubierto por tierra húmeda. Cuando la temperatura supere los 20ºC saldrán…, si los hay. Salen muy torpes, y están más de una hora casi inmóviles sobre el terreno, calentándose.
CÓMO
COMBATIRLO
Medidas preventivas:
1.- Mantener la zona del tronco convenientemente regada (no encharcada, pues podrían reproducirse hongos) Los adultos sólo depositan los huevos en suelos muy secos, preferentemente en la parte sur del árbol.
2.- Retirar unos 10 cm de tierra alrededor del tronco, colocar un plástico geotextil alrededor del mismo, de unos 50cm de radio, y cubrirlo con la tierra antes retirada. Si los adultos depositan los huevos, las larvas morirán antes de llegar a las raíces, ya que el plástico se lo impide en gran medida.
3.- Si tenemos árboles secos, se deben arrancar y quemar.
4.- Llevar a cabo tareas de formación e información a los agricultores locales para que cuiden y traten correctamente sus parcelas.
5.- Plantar los árboles a mayor profundidad de la que últimamente se viene haciendo. Los viveristas se han acostumbrado a realizar el injerto a pocos centímetros del cuello radicular. Ello hace que las actuales plantaciones queden con las raíces muy superficiales. El Cabezudo llega a ellas sin dificultad. Deberían injertar a mayor distancia de las raíces.
6.- Debido a las nuevas variedades, muy productivas, pero por las que hay que pagar royalties, se ha perdido la costumbre de utilizar patrones de almendra amarga, más resistente a insectos, roedores, sequía, etc.
Medidas
físico-químicas
Resulta casi imposible la eliminación, en general, de los insectos que se alimentan de la madera, sobre todo en su estadio larvario, que es cuando realmente causan los mayores destrozos en los frutales. Al estar bajo tierra y dentro de las raíces, no se dispone de herramientas eficaces para combatir las larvas del Gusano Cabezudo. Pero podemos realizar las siguientes acciones:
1.- Los adultos podemos recogerlos por el método de la red y el golpeo de las ramas del árbol. Un trabajo lento y costoso sin demasiadas garantías. Esto ha de hacerse por las mañanas, antes de que la temperatura les dé energía para poder volar.
2.- Fumigar con insecticidas autorizados las copas de los árboles. Lo haremos siempre por las mañanas.
3.- Rociar alrededor del tronco con alpechín durante la época de puesta.
Medidas biológicas
Desde hace unos meses se están llevando a cabo tratamientos con nemátodos de la especie Steinernema carpocapsael. Estos diminutos “gusanos” buscan las larvas, las parasitan para reproducirse y las destruyen.
Para que esta acción alcance el éxito esperado, llevaremos a cabo las siguientes acciones:
1.- Realizar un alcorque de tamaño proporcional al tronco del árbol a tratar.
2.- Regar abundantemente
3.- Mezclar la cantidad recomendada por el fabricante con agua
4.- Verter sobre el alcorque.
5.- Volver a regar con unos 20/30 litros de agua.
6.- Mantener la zona húmeda durante dos semanas.
En realidad Steinernema Carpocapsae salió a la venta para el control del picudo rojo en las palmeras. Se desconoce su efectividad en la lucha contra Capnodis tenebrionis.
Resumiendo
La lucha contra esta plaga, como tantas otras, ha de considerarse por parte de las Administraciones Estatales y Autonómicas como acciones prioritarias en defensa de la agricultura y del medio ambiente. No basta con que algunos agricultores lleven a cabo acciones positivas sobre sus parcelas, sobre sus árboles o cultivares.
Es necesario que se legisle, que se asesore y se lleve a cabo un seguimiento adecuado para conseguir que aquellos que posean campos de frutales, legalmente establecidos, infestados por cualquier plaga o enfermedad, realicen los tratamientos adecuados para favorecer su erradicación y contribuir, así, al saneamiento de zonas y comarcas de cultivares.
De poco sirve que el agricultor Juan luche contra una plaga en concreto, si su vecino Pepe ha abandonado su parcela a la suerte de la misma plaga.
Es necesario que se legisle, que se asesore y se lleve a cabo un seguimiento adecuado para conseguir que aquellos que posean campos de frutales, legalmente establecidos, infestados por cualquier plaga o enfermedad, realicen los tratamientos adecuados para favorecer su erradicación y contribuir, así, al saneamiento de zonas y comarcas de cultivares.
De poco sirve que el agricultor Juan luche contra una plaga en concreto, si su vecino Pepe ha abandonado su parcela a la suerte de la misma plaga.
Muy interesante este artículo
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